En el Consejo de Sabios se realizaba cada diez años un estudio de los misterios, aquellos secretos que yacen ocultos y que solos se revelaran a aquellos que son profundos de intención y de corazón. En esta ocasión debía descubrirse, ¿dónde se encontraba la belleza? y por supuesto, rápidamente surgieron muchas versiones, algunas eruditas y otras polémicas.
Uno decía que la belleza solo la descubría en la belleza interior. Otro decía , que la belleza cautiva los sentidos. En cambio, otros decían que la belleza se acabaría con el tiempo.
Y así durante un mes hubo intensas discusiones pero llegó el día en que cada quien debía exponer su teoría en la práctica. Así que un grupo llevó a una mujer hermosa, otro grupo llevó una gema preciosa, otro grupo llevó una paloma blanca, otro llevó una poesía, otro una oración.
Todos los Sabios estaban reunidos en un círculo, entonces hubo uno que hizo bajar las luces del salón y luego procedió a abrir un cofre, y de él sacó algo delicado que estaba envuelto. Y luego ordenó un poco de luz, se abrió la tela y en el centro de éste se encontraba según él , la belleza. Y lo que se vio fue una flor marchita.
Entonces, aquel que decía que aquella flor marchita era la belleza, dijo:
- Señores, esto que aquí ven es la Belleza.
Al escuchar esto el público renegó, pero aquel levantó la voz y les dijo:
- Ustedes son unos ignorantes y se comportan como los antiguos inquisidores, atacando lo que no comprenden pero aunque no lo crean esto es la belleza.
Entonces, uno del auditorio dijo:
- Pues, no te comprendemos. Quizás estemos ciegos pero con seguridad no estamos sordos, ilústranos.
Entonces, aquel asentó con la cabeza y dijo:
- Esto es la belleza que nace y que no muere, no lo vean ustedes como una flor muerta. No vean el tiempo pasar porque no se marchita la esencia, porque siempre está en su lugar, porque es el Amor. Díganme Ustedes, ¿ Quién no se ha enamorado ? Díganme, ¿Quién de ustedes no ha sentido algo más grande que el universo ? Pues aquí está la belleza que el tiempo no se ha robado, aquí siempre está y estará la vida.
Y entonces, todos comprendieron el significado de la belleza y entendieron en su corazón que aquella flor era la flor del Amor, que es la esencia del Dar. Dios da la esencia, la sustancia y la vida, y es que el hombre que descubre este conjuro, este misterio rompe sus cadenas y abre su corazón. Y en el Dar, está la flor del Amor que es la belleza.
Y aquel expositor logró convencer no con la flor marchita sino con su esencia inmortal. Se había entonces revelado donde se encuentra la belleza, el misterio quedó clarificado. Allí está la belleza eternamente.
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